En la mañana del 28 Indios y vecinos, llegando a Puquio, corrían primero al coso para ver al Misitu.
¡Papay! ¡Papacito! ¡Como pues! ¡Cómo te han traído mak´ta! Te hubieras corrido niñitol
El torero Ibarito también llegó como con veinte mistis, y vio al Misitu. Al verlo los Varayok´s se amargaron, rabiaron. Y el subprefecto entendió que la situación era mala.
Raura entrara, Tobías, Wallpa; por ayllu Pichk´achuri...
Los comuneros están rabiosos por lo del torero. Dicen que solo ellos tienen derecho de torear al Misitu
Unas horas más tarde, en la plaza apareció el Misitu y de inmediato ingreso el torero Ibarito II, quien se veía inseguro por la música y el canto de los indios.
Al ver lo mal que le iba al torero, el mismo don Antenor, gritó de repente, saltando de su asiento.
¡Que entre el Wallpa! ¡El K’encho!
¡Que entre el «Honrao», carajo! ¡Que entre el Tobías!
En medio de la corrida, el Varayok alcalde de kayau alcanzo un cartucho de dinamita al Raura, he hirieron mortalmente al toro.
El Misitu caminaba a pasos con el pecho destrozado, parecía ciego.
¿Ve usted señor subprefecto? Estas son nuestras corridas. ¡El yawar punchay verdadero! Le decía el alcalde al oído de la autoridad.