El Mio Cid
Öykü Penceresi Metni
- Discúlpenos, señor, más aquí no le podemos ofrecer lo que con ansias busca, Campeador.
- Nada más venimos buscando suministros para poder sobrevivir. Yo que luche contra los moros, ¿aun así ni un poco de pan me pueden servir?
- Mi leal mesnada, aquí nos hospedaremos, dado a quelas amenazas del rey, nada pueden ofrecernos.
- Campeador, dejeme seguirlo en su camino. En forme de ofrenda, para sus seguidores traje todo mi pan y vino.
- Martín Antolínez, al ver la desdicha, decidió ayudarles abasteciéndoles de delicias.
- Muchas gracias por su bondadosa ofrenda. Y sea bienvenido, querido amigo.
- Abridle la puerta, al buen Campeador. Él, en más de una ocasión, por sus vidas, luchó.
- Él y su mesnada a gritos llamaban, pero vieron que nadie los dejaría pasar sus casas.
- Tengan un buen acto de voluntad, ya que injustamente se le castigó.
- Ábranle la puerta, al que decís que en buena hora nació.
- Discúlpenos, Cid, buen campeador.Nadie en su casa lo alojará porque el rey nos lo prohibió. Quien ose desobedecerlo, los ojos de la cara y los bienes, ya perdió
- No te preocupes muchacha, gracias por la información. Regresa a tu casa para que a tu familia no le perjudique tu ayuda al campeador.
- Hasta Santa Maria el Cid espoleaba. Dentro de sus paredes, de rodillas, rezaba.
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