En una tierra de mortales y dioses, nació un niño destinado a ser grande.
Llamado a la guerra por la promesa de gloria, Aquiles lideró a los mirmidones en la batalla por Troya.
Glida: 2
Oh, si tan solo pudiera protegerte del destino que ya está escrito...
Glida: 3
Mi pequeño Aquiles, te protegeré de todo mal. Sumergiré cada parte de ti en el río Estigia para que seas invulnerable.
Para proteger a su hijo, Tetis lo sumergió en las aguas del río Estigia, otorgándole la invulnerabilidad... excepto por su talón.
La tragedia golpeó cuando Patroclo cayó, llevando la armadura de Aquiles. El dolor de su pérdida encendió en él una furia incontenible.
Glida: 4
Recuerda, un verdadero héroe es aquel que sabe cuándo luchar y cuándo mostrar misericordia.
No temo a la guerra, pues en el campo de batalla es donde los héroes ganan su inmortalidad.
Bajo la guía del sabio centauro Quirón, Aquiles se formó en la guerra y el saber, creciendo en fuerza y sabiduría.
Enfurecido, Aquiles buscó venganza, y no paró hasta enfrentar y derrotar al príncipe Héctor.
Glida: 5
Aquiles creció hasta convertirse en el más formidable de los guerreros griegos, temido por sus enemigos y respetado por sus aliados.
Pero su furia no se calmó con la victoria, y arrastró el cuerpo de Héctor ante los muros de Troya, desafiando a los dioses.
Glida: 6
Oh, si tan solo pudiera protegerte del destino que ya está escrito...
Pero una profecía oscura pesaba sobre él: moriría joven, pero su gloria sería eterna.
Glida: 7
Si decides ir a Troya, recuerda que no solo luchas por ti mismo, sino por todo lo que amas y por aquellos que confían en ti.
Glida: 8
Estos troyanos no han conocido el verdadero poder hasta que me han enfrentado a mí y a los mirmidones.
En la guerra, encontró consuelo en su amigo más cercano, Patroclo, con quien compartió las cargas del conflicto.
Glida: 9
Lo he hecho... pero, ¿será suficiente? La guerra continúa, y mi nombre estará para siempre ligado a este conflicto. Ojalá mi acción traiga paz a Troya.
Glida: 10
No hay dolor más grande que el de perder a un hermano. Esta ira que siento no se calmará hasta que Héctor pague con su vida.
Glida: 11
Héctor, no habrá lugar en este mundo donde puedas escapar de mí. Mi espada será la última cosa que verás.
Si caigo hoy, que mi muerte no sea en vano. Lucharé con todo lo que tengo, por la tierra que amo.
Glida: 12
Haz lo que debas, Aquiles. Pero recuerda, la verdadera fuerza no está en el poder, sino en el honor.
Glida: 13
Los dioses no podían permitir tal sacrilegio. Apolo decidió que la arrogancia de Aquiles debía ser castigada.
Glida: 14
No temas, París. Mi poder te acompaña. Esta flecha será la justicia de los dioses, y con ella, la balanza se equilibrará.
No soy un héroe como Héctor, pero con esta flecha, puedo cambiar el destino de Troya. Que los dioses me acompañen.
A través de la mano de París, Apolo lanzó la flecha que encontraría el único punto vulnerable de Aquiles: su talón.
Glida: 15
Así es como termina... No en un campo de batalla, sino por una flecha cobarde. Pero mi nombre vivirá, mucho después de que mis enemigos hayan sido olvidados.
En un instante, el invencible cayó, herido de muerte por el destino al que no pudo escapar.
Glida: 16
Los soldados griegos llorando alrededor del cuerpo de Aquiles.
Glida: 17
Mi amado hijo, incluso siendo un semidiós, no pude salvarte de tu destino. Tu nombre vivirá, pero el vacío que dejas nunca será llenado.
Glida: 18
Pero aunque su cuerpo pereció, el nombre de Aquiles viviría por siempre en las historias y en los corazones de los hombres.