No te estoy faltando el respeto, te estoy diciendo lo que es.
Por favor, no me faltes el respeto.
Ambos jóvenes por coincidencia se topan en la Santa Misa del día Domingo.
Ustedes, hermanos míos, que creen en nuestro glorioso Señor Jesucristo, no deben hacer discriminaciones entre una persona y otra.
No debemos ser racistas, porque Dios nos ama a todos por igual, sin importar nuestro raza o color de piel.
Discúlpame, no sabía que lo que hacía te lastimaba.
Está bien no te preocupes.
Desde ese día Killiam se interesó por las leyes, después de varios años de estudio se convirtió en abogado.
Ayudó a personas que sufrían de discriminación ya sea por: etnia, raza, religión, nacionalidad, ideología, etc. Pero sobre todo, les hizo entender que el ser diferente no los hace menos que nadie.