Al poco rato enconctraron la caverna y como decía Pancho era inmensa, pero, algo raro sintieron causando en ellos un poco de preocupación.
¿Qué es eso?
Érika...
Ay Dios mío
Un indio viejito...
Es un viejito...
No, mi linda.
¿Nos da permiso de andar aquí en la caverna, señor?
En efecto, el viejito cada vez se acercó más a los chicos y venía dando tumbos hacia ellos
Oiga, señor, entienda, nosotros estamos muy chicos para beber.
¿No es cierto, verdad, Yanira?
¿Qué hacen ustedes aquí sin pedirme permiso?
Piénsenlo chamacones, mientras yo me voy a componer un poema.
Solo si se dan un trago conmigo de estetéumetl.
Pero si no beben conmigo,¡de aquí no salen!
El viejito se escondió detrás de una roca y de pronto, lo que regresó de la gran roca no fue el viejito borrachín, sino un perro. Todos se quedaron pasmados cuando el perro fue hacia Tor, lo olisqueó y sin más alzó la pata y soltó un chorro de orina que le mojó los pies.
¡Maldito perro desgraciado! ¡Se hizo chis en mí, guácala!
AAAAA
Esto está rarísimo...
Siguieron caminando y se quedaron pasmados al ver que las piedras habían formado una especie de casa, con techo y entrada; por allí vieron, de espaldas, a una señora india muy bonita y elegante que echaba tortillas.
Pasen niños, sientense.
Al pasar la señora llamada Tona les ofreció comida y ellos de inmediato dijeron que si pues estaban muy hambrientos y mientras ellos comían se seguían preguntando quien era ese viejito al que se encontraron.
Ah ya sé quién es, no le hagan caso.
A ver, ¿a qué viejito se encontraron?
A un señor que andaba borracho. ¡Quería que nos emborracháramos!
Es un travieso, siempre se la pasa haciendo bromas. Aquí le decimos Tezca, o Titla.
¿Y quién es, eh?
Al terminar todos de comer a excepción de Selene pues se quedó dormida, siguieron a Tona caminando por el pasillo, por donde veían abrirse puertas con marcos de piedra esculpida o grandes salones en penumbra.