La Noche Boca Arriba 2
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- Los Olores Extraños
- Huele a guerra…
- Un Intento de Escaparse
- ¡Los cazadores me persiguen!
- La Captura
- ¡Suéltame!
- En este mundo alternativo, el hombre estaba confundido por los olores extraños. Dondequiera que mirara, olería un olor pantanoso. Cuando tocó el puñal de piedra de su faja, escuchó un sonido extraño como el de animal o de una rama quebrada. Vio un color rojizo en el cielo y pensó que provenía de un fuego. Como su miedo aumentaba, trató de huir, pero no pudo.
- En el Teocalli
- No tengo mi amuleto. Los aztecas me lo quitaron.
- El hombre estaba perdido en la oscuridad y tenía miedo de que los cazadores aztecas lo persiguieran. Corrió cada vez más rápido, sintiendo los arbustos en el suelo y el aire contra el. Aferró su amuleto y rezo a la Muy Alta y la plegaria del maíz para sentirse mejor. Al sentir que sus pies se hundían en el lodo, pensó en cómo refugiarse de los cazadores.
- Los Acolitos
- Yo escucho gritos…tengo miedo de ser la siguiente.
- Posiblemente los aztecas estuvieran muy cerca de él. Agarró el puñal con fuerza en su mano cuando vio antorchas moviéndose a través del bosque. Antes de darse cuenta, alguien apuñaló su pecho con una hoja de piedra y lo atrapó con una cuerda. Aunque trató de resistirse, sentía que se desmayaba lentamente.
- La Muerte
- Volvió a la completa oscuridad con las muñecas y los tobillos atados. Sintió el suelo frío y le quitaron su amuleto. Al escuchar los sonidos abrumadores de los atabales a su alrededor, se dio cuenta de que lo habían llevado a la mazmorra azteca, el teocalli. Fuera lo que fuera, no sería capaz de escapar.
- Estaba aterrorizado por los gritos a su alrededor y comenzó a entrar en pánico, pensando en los otros prisioneros. Esperó que los acólitos (que lo transportaban) aflojaran sus agarres sobre la cuerda. Vio las antorchas que guiaban el pasadizo mientras estaba boca arriba. Mientras lo llevaban por el pasadizo infinito, se sentía indefenso sin su amuleto.
- Su miedo lo consumió por completo mientras trataba de despertar de lo que pensaba que era una pesadilla. Después de que los acólitos lo llevaron por los escalones, vio la sangre en la piedra en la que estaba a punto de ser sacrificado. Cerró los ojos muchas veces, pero cuando los abrió, se aterrorizó al ver al sacrificador que venía hacia él con un cuchillo. Este era su final, su verdadero final, y no había fuga del sacrificio.
- ¡No! ¡No me sacrifiques!
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