Sé que no es cómodo, pero... Bueno, tal vez me haga la barba. Sí, í, también barba
No, barba , no. Bueno... no sé. Yo... yo me afeito. Solo.
¿Barba?
Cri cri... cri cri
Ya está. A mí no me molesta... dar una mano... para eso estamos ¿no? Hoy me toca a mí mañana a vos. ¡No lo estoy tuteando! Es un dicho... que anda por ahí.
Cri cri... cri cri
El hombre acaba de limpiar el espejo y barre el local, todo bajo la mirada juzgante del peluquero. Durante todo este tiempo nunca se calla el Hombre, aunque cada cosa que dice, lo hace con temor y se corrige constantemente para complacer al Peluquero, por esto se deja convencer a afeitar al peluquero.
Animese
Bueno, si usted quiere, ¿por qué no?
Yo... yo no sé. Nunca
El Hombre acaba de afeitar al peluquero a quien cortó por accidente, el peluquero no está satisfecho con el Hombre, quien no se ha callado en ningún momento intentando mantener una buena relación con el Peluquero, quien sigue dando sus respuestas monosílabas
Pelo
Pelo.
¿También el pelo? Yo... yo no sé. Esto sí que no sé.
Mire, señor. Yo vine aquí a cortarme el pelo. ¡Yo vine a cortarme el pelo! Jam afronté una situación así... tan extraordinaria. Insólita... pero si usted quiere... yo... soy hombre decidido... a todo.
Después de un tiempo de conversación, el peluquero convence al hombre a que le corte el pelo, hasta haciendo que el Hombre sienta el mando que hay aceptando a hacer todo lo que le pide el Peluquero, porque "¡el cliente siempre manda!". Aún ante sus esfuerzos, el Hombre comete un error y corta demasiado el pelo del Peluquero lo que hace que entre en cólera y acepte el cambio de roles volviendo a su trabajo normal, allí, recrea su venganza ante el cliente pues al cortar mal el pelo reveló su identidad, algo peligroso en su sociedad