Porque, mire usted... Antes, nosotros mismos batíamos la mantequilla, la flor de la leche; hacíamos el requesón y el queso. Cocíamos nuestro engrudo de leche. ¿Comen de eso en la ciudad? Cubres con agua la harina y la mezclas y te salen unos pedazos sueltos de masa; entonces, los echas en la cazuela con agua hirviendo. Lo pones todo al fuego lento y lo blanqueas con la leche. Así nos lo enseñó nuestra madre: «Aprendedlo también vosotros, hijos míos. Porque yo también lo aprendí de mi madre».
El agua la encuentras hasta en las piedras. Y bien, ¿puede ser que el agua sea eterna? Toda la vida está hecha de ella. ¿Y a quién le vas a preguntar? Nadie te dice nada. Hasta a Dios le rezan, pero a él no le preguntan. ¡Porque hay que vivir!
ANNA PETROVNA BADÁYEVA,
Residente en la zona contaminada
Porque, mire usted... Antes, nosotros mismos batíamos la mantequilla, la flor de la leche; hacíamos el requesón y el queso. Cocíamos nuestro engrudo de leche. ¿Comen de eso en la ciudad? Cubres con agua la harina y la mezclas y te salen unos pedazos sueltos de masa; entonces, los echas en la cazuela con agua hirviendo. Lo pones todo al fuego lento y lo blanqueas con la leche. Así nos lo enseñó nuestra madre: «Aprendedlo también vosotros, hijos míos. Porque yo también lo aprendí de mi madre».
El agua la encuentras hasta en las piedras. Y bien, ¿puede ser que el agua sea eterna? Toda la vida está hecha de ella. ¿Y a quién le vas a preguntar? Nadie te dice nada. Hasta a Dios le rezan, pero a él no le preguntan. ¡Porque hay que vivir!
ANNA PETROVNA BADÁYEVA,
Residente en la zona contaminada
Porque, mire usted... Antes, nosotros mismos batíamos la mantequilla, la flor de la leche; hacíamos el requesón y el queso. Cocíamos nuestro engrudo de leche. ¿Comen de eso en la ciudad? Cubres con agua la harina y la mezclas y te salen unos pedazos sueltos de masa; entonces, los echas en la cazuela con agua hirviendo. Lo pones todo al fuego lento y lo blanqueas con la leche. Así nos lo enseñó nuestra madre: «Aprendedlo también vosotros, hijos míos. Porque yo también lo aprendí de mi madre».
El agua la encuentras hasta en las piedras. Y bien, ¿puede ser que el agua sea eterna? Toda la vida está hecha de ella. ¿Y a quién le vas a preguntar? Nadie te dice nada. Hasta a Dios le rezan, pero a él no le preguntan. ¡Porque hay que vivir!
ANNA PETROVNA BADÁYEVA,
Residente en la zona contaminada
Porque, mire usted... Antes, nosotros mismos batíamos la mantequilla, la flor de la leche; hacíamos el requesón y el queso. Cocíamos nuestro engrudo de leche. ¿Comen de eso en la ciudad? Cubres con agua la harina y la mezclas y te salen unos pedazos sueltos de masa; entonces, los echas en la cazuela con agua hirviendo. Lo pones todo al fuego lento y lo blanqueas con la leche. Así nos lo enseñó nuestra madre: «Aprendedlo también vosotros, hijos míos. Porque yo también lo aprendí de mi madre».
El agua la encuentras hasta en las piedras. Y bien, ¿puede ser que el agua sea eterna? Toda la vida está hecha de ella. ¿Y a quién le vas a preguntar? Nadie te dice nada. Hasta a Dios le rezan, pero a él no le preguntan. ¡Porque hay que vivir!
ANNA PETROVNA BADÁYEVA,
Residente en la zona contaminada