Lo harán volar en dinamita. En masa, lo cargarán, lo arrastrarán. A golpes le llenarán de pólvora la boca, lo volarán: ¡Y no podrán matarlo!
Le pondrán de cabeza. Arrancarán sus deseos, sus dientes y sus gritos. Lo patearan a toda furia. Luego lo sangrarán: ¡Y no podrán matarlo!
Coronarán con sangre su cabeza; sus pómulos, con golpes. Y con clavos sus costillas. Le harán morder el polvo. Lo golpearán: ¡Y no podrán matarlo!
Le sacarán los sueños y los ojos. Querrán descuartizarlo grito a grito. Lo escupirán. Y a golpe de matanza lo clavarán: ¡Y no podrán matarlo!
Lo pondrán en el centro de la plaza, boca arriba, mirando al infinito. Le amarrarán los miembros. A mala tirarán: ¡Y no podrán matarlo!
Al tercer día de los sufrimientos cuando todo se crea todo consumado, gritando ¡LIBERTAD! sobre la tierra, ha de volver. ¡Y no podrán matarlo!