El hombrecillo no hablaba, solo hacia sus deberes, sin reclamar nada, por ello el patrón sentía desprecio por su amabilidad
Cuando se reunían todos los sirvientes para entregar su lista de quehaceres
Ponte de rodillas como un perro, y perro eres porque solo tragas gracias a mi, ahora ladra como perro que eres
Guau Guau
Un día para entregar su lista de quehaceres el hombrecillo dijo:
Patrón mio, mi señor, permita me hablarle
He escuchado bien, o ese hombrecillo me a dicho algo
Amo mio, Patrón mio, mi señor, deme su licencia para hablarle
Habla pues, pero rápido que no tengo tiempo para ti
Soñé anoche que habíamos muerto los dos juntos: juntos habíamos muerto. Como éramos hombres muertos, señor mío, aparecimos desnudos. Los dos juntos: desnudos ante nuestro gran Padre San Francisco.
Viéndonos muertos, desnudos, juntos, nuestro gran Padre San Francisco nos examinó con sus ojos que alcanzan y miden no sabemos hasta qué distancia. A ti y a mí nos examinaba, pensando, creo, el corazón de cada uno y lo que éramos y lo que somos. Como hombre rico y grande, tú enfrentabas esos ojos, padre mío.