Acompañado por el P.Deage, Francisco se confesaba y comulgaba cada semana.
Era entregado en el estudio y dedicaba un par de horas diarias a ejercicios de equitación, esgrima y baile. Todo esto le permitió ser el invitado preferido en la reuniones de gente de la alta sociedad porque era sencillo y “la cultura personificada”.
jajajaja
No obstante, muchas veces la sangre se le subía a la cara por las burlas y humillaciones.
Ay mírenlo
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Pero se lograba contener de tal manera que muchos ni se imaginaban de su mal genio.
Pero el enemigo le hizo sentir que se iba a condenar al infierno para siempre. Este pensamiento lo atormentaba hasta el punto que perdió el apetito y ya no dormía.
Iglesia de San Esteban - París
Francisco le dijo a Dios:
“Acuérdate Oh piadosísima Virgen María…”
“No me interesa que me mandes todos los suplicios que quieras, con tal de que me permitas seguirte amando siempre”
Ante la imagen de la Virgen pronunció la famosa oración de San Bernardo
De esta manera recuperó la paz.
Esta prueba le ayudó mucho a curarse del orgullo y a saber comprender a las personas en crisis para así tratarlas con bondad. Obedeciendo a su padre va a estudiar abogacía a Padua, tiempo que aprovechó para estudiar también teología por su gran deseo de ser sacerdote.