Ralph intenta crear una civilización y mantener un conjunto de reglas. Prevé una utopía construida sobre la democracia, donde cada chico tiene voz y se escucha. Además, imagina un lugar donde todos tienen un papel que contribuir al bienestar del grupo.
La señal de fuego iniciada por Ralph y Piggy está contenida a un pequeño punto de la costa. Diplomáticamente, establecieron turnos para los chicos para vigilarlo y asegurarse de que permanece encendido.
La cáscara de la concha se utiliza para llamar a los muchachos juntos. El que posee la concha es el único que puede hablar.
Jack socava la democracia que Ralph quiere crear, y se convierte en un dictador que gobierna a través del miedo. Sólo valora ser un cazador y vigila continuamente mientras los niños son asesinados por miembros de su clan.
Jack usa el fuego para sus propios fines. Cerca del final, quema la mitad del bosque con la esperanza de fumar a Ralph. Sus llamas se convierten en una fuerza caótica y destructiva utilizada para el mal.
El "Monstruo" es la encarnación del caos; La cabeza del verraco cortado es su encarnación. A medida que avanza la novela, aprendemos que el único monstruo real es el que está dentro de la humanidad.