Nefertari observa con fascinación una procesión hacia el templo. Sacerdotes con túnicas blancas portaban ofrendas para los dioses.
Nefertari soñaba con ser una gran escriba como su padre. A pesar de ser mujer, anhelaba aprender los secretos del conocimiento y la escritura.
Un hombre de mediana edad, vestido con una túnica blanca, escribe en un papiro con un cálamo. A su lado, una niña lo observa con atención.
Amenhotep le enseña a Nefertari a leer y escribir jeroglíficos. Ella aprende con rapidez y entusiasmo.
Nefertari, ya una joven, escribe con maestría en su papiro. Su sueño de ser escriba se ha hecho realidad.
Amenhotep, orgulloso de su hija, le inculcó su pasión por la cultura egipcia. La religión, la arquitectura, la pintura y la escultura formaban parte de su vida diaria.
Nefertari es convocada al palacio del faraón para trabajar como escriba real. Un nuevo capítulo en su vida comienza.
Nefertari, anciana y llena de sabiduría, escribe su propia historia en un papiro. Su legado como mujer y escriba perdurará en el tiempo.