Sale Don Carlos del cuarto, coge de un brazo a Paquita, se pone delante de ella para defenderla. Doña Irene se asusta.
¡QUÉ ESCANDALO!
Don Diego habla a Doña Irene sobre su sobrino Carlos. Doña Irene sigue anonadada.
¡SÍ, OS PERDONO!
Don Diego explica porque permite el amor entre su prometida y su sobrino. Carlos se arrodilla ante su tío y le besa las manos...
Si nuestro amor y agradecimiento bastan para consolarle...
Mi conciencia no lo sufre... ¡Carlos!¡Paquita!
Y esto lo que se debe fiar en el sí de las niñas...
DOÑA FRANCISCA.-¡Carlos!DOÑA IRENE.- ¿Qué sucede? ¿Quién es usted?DON DIEGO.- Ese es de quien su hija está enamorado, mi sobrino Carlos.
Salen fuera de la posada. Don Diego habla con Doña Irene y le explica lo mucho que Carlos y Paquita se quieren
DON DIEGO.- ¿Qué es esto, hijos míos; qué es esto?DOÑA FRANCISCA.- ¿Conque usted nos perdona y nos hace felices?DON DIEGO.- (con ternura) Sí, prendas de mi alma...Sí.
Todos se reconcilian y Doña Irene y Don Diego dan permiso y respetan el amor de los dos jóvenes. Rita interviene.
¡Un millón de besos
¡Es un mozo muy galán, hija mía
DOÑA IRENE.- ¿Y es posible que usted se determina a hacer un sacrificio...?DON DIEGO.- Podría haberlos separado y gozar por siempre la posesión de esta niña. Pero al fin soy hombre miserable y débil.
Todos están muy felices; se abrazan se besan y se dedican algunas palabras.
DOÑA IRENE.-¡Conque el bueno de Don Calos! Vaya que...DON DIEGO,- Él y su hija estaban locos de amor, y usted llenándome de ilusiones la cabeza... Esto resulta del abuso de la autoridad, la opresión que la juventud padece Por una casualidad he sabido a tiempo el error en que estaba...
Doña Irene.- Dios los haga buenos y que muchos años gocen... Venga, venga que quiero abrazarle (abraza a Carlos y Paquita se arrodilla y le besa la mano). Buena elección Francisquita.Rita.- Sí, dígaselo usted que no lo ha reparado la niña.(Paquita y Rita se besan y se abrazan)
Rita, siempre siempre serás mi amiga.
DON DIEGO.-Paquita hermosa, recibe los primeros abrazos de tu nuevo padre... No temo ya la soledad terrible que amenazaba a mi vejez. Vosotros, seréis la delicia de mi corazón.DON CARLOS.-¡Bendita sea tanta bondad!DON DIEGO.- Hijos, bendita sea la de Dios..
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