Érase una vez una dama llamada "Ana", aunque todos la llamaban la Regenta por estar casada con Víctor. Un hombre medio muerto de clase alta.
Aunque de pequeña vivió en un orfanato y la pasó muy mal, hasta que sus tías la sacaron, de grande se casó con el hombre recién nombrado.
Así que para escaparse de la opresión, Ana buscó refugio en la religión, pero el confesor, era un mirón, veía con sus binoculares al pueblo entero.
Así que, Don Fermín hizo que Ana se quedara con él, una noche Don Fermín fue a una opera, y Ana le escribió una carta, pero se le acabó el papel y salió por más, pero se quedó atrapada en una jaula para animales de su esposo, pero en ese momento llegó Don Álvaro un mujeriego del pueblo y salva a Ana, le dijo que fuera a la fiesta de los Díaz, le dio un beso en la mano y se marchó.
Ana asisitió a la fiesta y estaba Don Fermín y Don Alvaró, pero Ana eligió a Don Álvaro.
Entonces, Don Fermín le contó a Víctor la infidelidad de Ana, Víctor se enojó mucho y retó a Don Álvaro a un duelo, en el que perdió y murió
Ana se enteró de la muerte de Víctor y fue a pedir ayuda a Fermín pero él la rechazó, entonces se fue a quedarse con Álvaro, pero el mujeriego la rechazó y por el caos formado, se fue a Madrid, Ana de nuevo quedó sola y devastada.
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