Que venga el ángel más hermoso y otro más pequeño, pero igual de hermoso. Que el pequeño traiga una copa de oro con la miel de chancaca más transparente.
Ángel mayor, cubre a este caballero con la miel, suavemente.
Ángel mayor, cubre a este caballero con la miel, suavemente.
Pongo: Tú como hombre rico y grande enfrentabas esos ojos.Patrón: ¿Y tú?Pongo: No lo sé padrecito, no sé lo que valgo.Patrón: Siguen entonces.
Que venga el ángel de menos valor, el más ordinario.
Pongo: entonces bajaron dos ángeles bellísimos, el menor con una copa de oro.
Tú, viejo, embadurna el cuerpo del hombrecito con el excremento humano de tu lata como puedas ¡rápido!
Pongo: El ángel te cubrió con la miel de pies a cabeza.Patrón: Como debe ser.
Lo que tenían que hacer los ángeles se ha cumplido, ahora ¡lámanse el uno al otro!
Pongo: Entonces bajó un ángel viejo, que ya no valía y que apenas podía mover las alas.
Patrón: Así tenía que ser, sigue. ¿O termina ahí?Pongo: No padrecito, aún continúa.
Pongo: El ángel viejo rejuveneció al instante, sus alas recuperaron fuerza. Nuestro Padre le pidió asegurarse que su voluntad se cumpliera.
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