El pongo se levanta a pocos, y no podía rezar porque no estaba en el lugar que le correspondía ni ese lugar correspondía a nadie
Recemos el padre nuestro
En el oscurecer, los siervos bajaban del corredor al patio y se dirigían al caserío de la hacienda .
Solía ordenar, después el Patrón al pongo y así, todos los días, el Patrón hacia revolcarse a su nuevo pongo, delante de la certidumbre, lo obligaba a reírse y a fingir llanto, lo entrego a la mofa de sus iguales, los colonos
¡VETE PANCITA!
Pero....una tarde, a la hora del Ave María, cuando el corredor estaba colmado de toda la gente de la hacienda, el Patrón empezó a mirar al pongo con sus densos ojos, ese, hombrecito, hablo muy claramente, Su rostro seguía un poco espantado.
Gran Señor, dame tu licencia; Padrecito mío, quiero hablarte
Tu licencia, padrecito, para hablarte. Es a ti a quien quiero derigirme
¿Que?¿tu eres quien a hablado u otro?
Habla...si puedes
Padre mío, señor mío, corazón mío
Soñé anoche que hablamos muerto los dos ; juntos habíamos muerto
¡Como éramos hombres muertos, señor mío, aparecimos desnudos, los dos, juntos ; desnudos ante nuestro gran Padre San Francisco
Viéndonos Muertos, desnudos, juntos, nuestro gran padre, San Francisco nos examino con sus ojos que alcanzaban y miden no sabemos hasta que distancia.
¿Conmigo?¿Tú Cuenta todo, indio
¿Qué?¿Que Dices?
¿Y después? ¡Habla!
El sueño del pongo
Y a ti y a mi nos examinaba, pensando, creo, el corazón , de cada uno y lo que éramos y lo que somos, Como hombre rico y grande, tu enfrentabas esos ojos, padre mio
No puedo saber como estuve, gran Señor, Yo no puedo saber lo que valgo
¿Y tu?
Bueno, Sigue contando.
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