Midas era un rey que vivía en Frigia, un país en el que nadie pasaba hambre. Sin embargo, al contrario que sus súbditos, el rey Midas era muy avaricioso y siempre deseaba más, a pesar de ser ya inmensamente rico.
Un día apareció en Frigia Dionisos, el dios del vino y de la fiesta. Él y sus acompañantes se pasaban el día de bailando, cantando y bebiendo vino.
Un día, uno de los amigos de Dionisos, Sileno, se separó del grupo y se quedó dormido bajo un rosal en el jardín del rey Midas.Por la mañana, un jardinero le encontró y le condujo ante el rey. Midas, que era un muy buen anfitrión, le acogió en su palacio durante diez días.
Cuando pasó ese tiempo y Sileno volvió junto al dios Dionisio, este quiso agradecer a Midas lo bien que había tratado a su amigo. Por eso, fue en busca del rey y le dijo:
Te concedo el deseo que quieras
Deseo que todo lo que toque se convierta en oro
Pensó que era el hombre mas afortunado del mundo con su don, sin embargo su emoción le duro poco pues Midas tenia un perro y cuando intento acariciarlo se convirtió en oro, después su hija llego y el la convirtió en oro
Midas arrepentido de haber pedido eso fue con el dios Dionisio y le pidió que le quitara su don. El dios accedió, y ahí aprendió que ser avaricioso no es bueno
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