Melusina no se iba a quedar sin hacer nada y quería venganza.
Las niñas crecieron reprochando a su padre por el error que cometió.
Hay que encerrarlo en el Monte Braudelois.
¡Tenemos que hacer algo!
¿Qué hacemos?
Guiadas por el odio, las tres hijas encerraron a su padre en el Monte Braudelois.
¡No me dejen aquí!
A cada una castigó de manera diferente...
Melior:
¡No quiero estar encerrada por siempre para proteger a este gavilán prodigioso!
Por haber encerrado al hombre que tanto amé, las maldigo.
Palestina:
¡Jamás podré salir de esta cueva!
Por otro lado, Melusina, por ser la instigadora del crimen, cuidaría la fuente sagrada para siempre y los sábados sería mitad serpiente.
Si me caso y mi esposo me ve en este estado lo tendré que abandonar y pasare los días convertida en serpiente.
Cuando Raymodin, hijo del conde de Forez conoce a Melusina y ella le aconseja sobre algo que lo desconsolaba, quedó impactado por su hermosura y sabiduría.
Se casaron y construyeron el castillo de Lusignan.