Micaela recibió en la infancia la educación elemental en letras y artes que era usual en esa época para las mujeres. Su marido fue su maestro ideológico, ella se concienció rápidamente de la compleja situación de su gente y se involucró con la causa. Lo apoyaba firmemente, defendiendo y divulgando los postulados que harían resurgir la conciencia del derecho de los labriegos a liberar su tierra y su existencia de la mano opresora española.
Micaela Bastidas Puyucahua nacida el 23 de junio de 1744 fue una prócer de la independencia hispanoamericana, jugó un importante papel en la historia del Perú.
Su desempeño tuvo vital importancia en la rebelión de Tinta. Su ejemplo de coraje y determinación al defender sus ideales de justicia y libertad hasta su trágica y despiadada muerte en mano de los españoles, la convirtieron en leyenda y símbolo de la lucha americana contra la opresión y la explotación colonial.
En testimonios de la época es Micaela quien aparece como principal estratega a través de tareas políticas, militares y administrativas y principal consejera del líder.
Con su sólida convicción, claridad de pensamiento y alta intuición, se convirtió en el sexto sentido de la rebelión.
El contingente de Túpac Amaru fue rodeado y emboscado, y junto a Micaela, sus hijos Hipólito de 18 años Fernando de 10 y varios de sus familiares fueron apresados y llevados a Cuzco, donde permanecieron presos en el convento de la Compañía de Jesús convertido en cuartel militar
Cuando ella aconsejaba realizar un ataque inmediato a Cuzco para lograr su rendición, su marido no la escuchó y en un grave error táctico se concentró en otras villas, al tiempo que fueron delatados por un traidor,
Fueron sometidos a interrogatorios y tormentos para poder ubicar al resto de las tropas revolucionarias, les prometían disminuir la pena si delataban a sus amigos, pero no lograron conseguir de ellos ninguna información y el 14 de mayo fueron condenados a la pena capital.
El 18 de mayo de 1781 fueron llevados a la Plaza de Armas del Cuzco para ser ejecutados uno a uno. Micaela y José Gabriel fueron obligados a presenciar la muerte de su hijo, y luego la hicieron subir a ella al tablado.
Después de decir esas palabras le terminaron cortando la lengua, luego su cuello delgado, pero no alcanzaba al torno para ahogarla, y le echaron lazos al cuello que tiraban de uno y otro lado para estrangularla, dándole garrote y terminaron de matarla a patadas en el estómago y los pechos.
A la vista de su esposo y de su hijo Fernando, Micaela luchó con sus verdugos, hasta que finalmente la sometieron y le cortaron la lengua, pero antes de eso ella dijo: Me perdí de ver a mis hijos seguir creciendo todo por mi patria, por la igualdad y por la libertad.