El Cid había sido desterrado por el rey, y le daba un plazo de 9 días para abandonar el reino con todo lo que tenía y a los que más amaba.
El rey me ha desterrado, tengo nueve días para irme de aquí, ¿Quién esta dispuesto a ir conmigo?
Nosotros iremos con usted gran Cid, no importa las circunstancias.
El Cid partió con sus amigos y parientes que estuvieron dispuestos a acompañarle, dejando atrás su hogar
¡Gracias a ti, Señor, que estás en el cielo! ¡Esto han tramado contra mí mis malvados enemigos!
El rey había prohibido a cualquier ciudadano de Burgos ofrecerle ayuda o posada al Cid, sino habrían graves consecuencias.
¡Que nadie le dé posada al Cid, mucho menos que le vendan comida, sino perderán todo, incluso los ojos de la cara!
¡Entendido Oh su Majestad!
Cuando llegó a su posada en Burgos, nadie lo recibió y además la puerta de la posada estaba cerrada, poco tiempo después, llegó una niña y le contó lo que pasaba.
Señor Cid, nadie ha de darte posada por nada en el mundo, el rey lo ha decretado, sino lo perderemos todo.
!Oh Gran Cid, que Dios os acompañe en todas sus mercedes santas!
Luego de enterarse de lo sucedido, realizó un recorrido antes de salir de la ciudad y acampó sobre un pedregal, donde llegaría una persona que los ayudaría.
Oh Gran Cid, en Burgos nadie lo ha recibido en su casa o querido vender comida, pero no se preocupe.
Aquí hay suficiente comida y bebida para su gente y usted, de parte mía.
Le agradezco mucho señor Martín, no sé como pagarle.
¡Comida!
Martín Antolínez expresó su deseo de ir con el Cid, pero necesitaban dinero antes de partir, por eso el Cid ideó un plan para conseguirlo.
Con Mucho gusto lo haré Cid
¡Entendido señor!
Fabriquen dos arcas muy bien decoradas, con pieles y clavos dorados, además llénenlas de arena.
Y tú Martin ve a buscar a los judíos Raquel y Vidas.