Las mujeres ataron los viejos culpándolos de la desaparición del niño, amenazándolos con “el suplicio de los peces” si no lo traían de vuelta
exigimos la verdad díganla o serán castigadas
¡pero nosotros no sabemos nada esa es la única verdad!
En la noche se dirigieron al árbol de Pihycan al escuchar sus llantos del niño, pero cuando llegaron todo se quedó en silencio. Lo buscaron por todas partes y no lo encontraron, se asustaron y decidieron no volver a buscarlo nunca.
La única que se preocupaba por Yurupary era su madre, quien se dormía escuchando sus llantos de su hijo desde algún lugar. Después de tres años ya no escuchaba sus llantos al dormir, si no la risa de su hijo.
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Mientras el crecía entre las montañas de Tenui, invisible pero fuerte y robusto, su madre solo envejecía. mientras el tiempo pasaba y yurupary no aparecía
Quince años después Yurupary regreso al pueblo, y los tenuinas le quisieron entregar los ornamentos de jefe, recordando que él era el tuixáua elegido, pero él no los quiso recibir porque estaban incompletos.