Unknown Story
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- Esta es la mujer más bella que he visto en mi vida
- No me despiertes
- Mientras yo hacia la cola para el avión de nueva york en un aeropuerto de parís, vi a la mujer más bella de mi vida. El vuelo se retrasó debido a una gran tormenta de nieve y estuve atrapado en el aeropuerto todo el día. A la hora del almuerzo, lo único que alcancé a comer fueron los dos últimos vasos de helado de crema en una tienda infantil.
- El vuelo, previsto para las once de la mañana, salió a las ocho de la noche. Al embarcar me sorprendió: mi asiento estaba en la poltrona vecina a la Bella. Intenté en mi media lengua un saludoindeciso que ella no percibió.
- Se instaló como para vivir muchos años. Mientras lo hacía, el sobrecargo nos llevó la champaña de bienvenida, y la Bella le pidió al sobrecargo que no la despertara por ningún motivo durante el vuelo. Se acostó de medio lado en la poltrona y durmió sin una sola pausa, sin un cambio mínimo de posición, durante las ocho horas y los doce minutos que duró el vuelo a Nueva York.
- Fue un viaje intenso. Siempre he creído que no hay nada más hermoso en la naturaleza que una mujer hermosa. La contemplé palmo a palmo durante varias horas, y me recordé de una novela sobre los ancianos de Kyoto que pagaban sumas enormes para pasar la noche contemplando a las muchachas más bellas de la ciudad, desnudas y narcotizadas, mientras ellos agonizaban de amor en la misma cama.
- Creo que dormí varias horas, vencido por la champaña. Después de desahogarme de los excesos de champaña me sorprendí a mí mismo en el espejo, y me asombré de que fueran tan terribles los estragos del amor. Lo único que deseaba en aquella última hora de vuelo era verla despierta, aunque fuera enfurecida, para que yo pudiera recobrar mi libertad, y tal vez mi juventud. Pero no fui capaz.
- Despertó sin ayuda en el instante en que se encendieron los anuncios del aterrizaje. Sólo entonces caí en la cuenta de que los vecinos de asiento en los aviones no se dan los buenos días al despertar. La Bella se hizo un maquillaje rápido, entonces se puso la chaqueta de lince, y se fue sin despedirse siquiera, sin agradecerme al menos lo mucho que hice por nuestra noche feliz, y desapareció hasta el sol de hoy en la amazonia de Nueva York.
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