La Iliada
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- Dh amigos! Mi tarja es, y me alegro ene alma porque espero vencer al divíno Héctor. ¡Ea! Mientras vistol bélica armadura, orad al soberano Zeus Cronión, mentalmente, pan que no lo oigan los troyanos; o en alta voz, pues a nadie tememos No habrá quien, valiéndose de la fuerza o de la astucia
- Echad suertes, y aquel a quien le toque alegrará ak aqueos, de hermosas grebas, y sentirá regocijo en el corazón si logescapar del fiero combate, de la terrible lucha.
- Héctor! Ahora sabrás claramente, de solo asolo, cuáles adalides pueden presentar los dánaos, aun prescindien- do de Aquiles, que rompe filas de guerreros y tiene el ánimo de un león. Mas el héroe, enojado con Agamenón,
- Padre Zeus, que reinas desde el Ida, gloriosísimo, máxi mo! Concédele a Ayax la victoria y un brillante triunfo; y, si amas también a Héctor y por él te interesas, dales a entrambos igual fuerza y gloria
- (Ayax Telamonio, del linaje de Zeus, principe de hom- bres! No me tientes cual si fuera un débil niño o una mujer que no conoce las cosas de la guerra. Versado estoy en los combates y en las matanzas de hombres
- Ayax! Puesto que los dioses te han dado corpuler cia, valor y cordura, y en el manejo de la lanza descuellas entre l aqueos, suspendamos por hoy el combate y la lucha, y otro día volve remos a pelear hasta que una deidad nos separe, después de otorg la victoria a quien quisiere.
- ¡Ideo! Ordenad a Héctor que lo dispong pues fue él quien retó a los más valientes. Sea el primero en desiste que yo obedeceré, si él lo hiciere.
- Hijos queridos! No peleéis ni combatáis más; a entras bos os ama Zeus, que amontona las nubes, y ambos sois belicosos. En lo sabemos todos. Pero la noche comienza ya, y será bueno obedecer
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