Laura respiró profundo y, en lugar de reaccionar como de costumbre, decidió cambiar el enfoque:
Miguel, entiendo que quieras asegurarte de que el proyecto salga perfecto. Pero siento que estamos peleando más que colaborando. ¿Podemos hablar sobre cómo trabajar mejor juntos?
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Miguel, sorprendido por su tono, se quedó en silencio un momento antes de responder:
A mí me importa lo mismo, pero necesitamos encontrar una forma en la que ambos nos sintamos escuchados," dijo Laura, mirándolo directamente.
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Después de esa conversación, cuando surgía una diferencia, ambos empezaron a preguntar primero:
¿Te sientes cómodo con esta idea?
¿Qué te parece si lo hacemos de esta forma?
Las discusiones no desaparecieron, pero aprendieron a enfrentarlas sin que se convirtieran en conflictos. Trabajaron mejor, no porque uno cediera, sino porque ambos aprendieron a escucharse y comunicarse con respeto.
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Tienes razón, Laura. No hemos estado comunicándonos bien. Yo solo quiero que todo salga bien, pero no he escuchado tus ideas como debería.