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Historia de Anton Van Leeuwenhoek

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  • Comic-Historia de Antonio Van LeeuwenhoekComic Examen Equipo 2Grupo:324-BCarrada Rodríguez Cristopher EmilianoMelgarejo Acosta Rafael AlesigRamírez Reyes Máximo IsraelVidal Orozco Iker SahidPiña Trejo Jesús EduardoBravo Saucedo Anthua Dyther Gerardo
  • Hola, mi nombre es Anton Van Leeuwenhoek y el dia de hoy les contaré mi vida y como me convertí en el primer Cazador de microbios!
  • Yo nací en 1632 entre los azules molinos de viento, las pequeñas calles y los amplios canales de Delft, Holanda
  • Yo Descendi de una honorable familia de fabricantes de cestos y de cerveza
  • Mi padre murió joven y mi madre me envió a estudiar la carrera de funcionario Público.
  • Pero a los 16 años arrumbé los libros y entre de aprendiz en una tienda de Amsterdam
  • Imaginen que yo, un estudiante de ciencias moderno aquirí conocimientos científicos entre piezas de tela escuchando por 6 años el tintineo de la campanilla del cajón del dinero y mostrandome siempre amable con la larga fila de comadres holandesas que regateaban hasta el ultimo centavo de forma desesperante, pues bueno, durante 6 años ¡Esta fue mi universidad!
  • A mis 21 años abandone la tienda de telas y regresé a Delft, me casé y abrí mi propia tienda de telas
  • En los veinte años que sucedieron se sabe muy poco de él,salvo que se casó en segundas nupcias y tuvo varios hijos,
  • Lo malo es que casi todos murieron a tierna edad
  • fue en ese período cuando le nombraron conserje delAyuntamiento de Delft y le vino la extraña afición de tallar lentes.
  • Poco sabemos dela vida de Leeuwenhoek entre sus 20 y 40 años, pero es indudable que por esosentonces se le consideraba un hombre ignorante; no sabía hablar más que holandés,lengua despreciada por el mundo culto que la consideraba propia de tenderos,pescadores y braceros.
  • Visitando las tiendas de óptica aprendí los rudimentos necesarios para tallarlentes; frecuenté el trato con alquimistas y boticarios, de los que observé susmétodos secretos para obtener metales de los minerales, y empezé a iniciarse en elarte de los orfebres.
  • Era un hombre de lo más quisquilloso; no le bastaba con que suslentes igualaran a las mejor trabajadas en Holanda, sino que tenía que superarlas; yaun luego de conseguirlo se pasaba horas y horas dándoles una y mil vueltas.
  • Después montó sus lentes en marcos oblongos de oro, plata o cobre que el mismohabía extraído de los minerales, entre fogatas, humos y extraños olores.
  • Satisfecho de mí mismo y en paz con el mundo, me dedique a examinarcon mis lentes cuanto caía en mis manos. Analizé las fibras musculares de una ballenay las escamas de su propia piel en la carnicería consiguí ojos de buey y me quedémaravillado de la estructura del cristalino. Paso horas enteras observando la lana deovejas y los pelos de castor y liebre, cuyos finos filamentos se transformaban, bajo supedacito de cristal, en gruesos troncos. Con sumo cuidado disecó la cabeza de una mosca, ensartando la masa encefálica en la finísima aguja de su microscopio. Almirarla, me quedé asombrado
  • Hoy en día,por una módica suma, los investigadores pueden adquirir un reluciente microscopio;hacen girar el tornillo micrométrico y se aprestan a observar, sin que muchos de ellossepan siquiera ni se preocupen por saber cómo está construido el aparato
  • Naturalmente, sus vecinos lo tildaban de chiflado, pero aún así, y pesar de susmanos abrasadas, y llenas de ampollas, persistió en su trabajo, olvidando a su familiay sin preocuparse de sus amigos. Trabajaba hasta altas horas de la noche en apego asu delicada tarea. Sus buenos vecinos se reían para sí, mientras nuestro hombrebuscaba la forma de fabricar una minúscula lente —de menos de tres milímetros dediámetro— tan perfecta que le permitiera ver las cosas más pequeñas enormementeagrandadas y con perfecta nitidez.
  • Examinó cortes transversales de madera de doceespecies diferentes de árboles, y observó el interior de semillas de plantas.«¡Imposible!», exclamó, cuando, por vez primera, contempló !a increíble perfecciónde la boca chupadora de una pulga y las patas de un piojo.
  • ¡Imposible!!
  • Jamás hubo hombre más escéptico que Leeuwenhoek. Miraba y remiraba, una ycien veces, este aguijón de abeja o aquella pata de piojo; durante meses enterosdejaba clavadas muestras en la aguja de su extraño microscopio, y para poderobservar otras cosas se vio precisado a fabricar cientos de microscopios. Así podíavolver a examinar los primeros especímenes y confrontar cuidadosamente el resultadode las nuevas observaciones.
  • Sólo hasta estar seguro de que no había variaciónalguna en lo que atisbaba, después de mirarlo y remirarlo cientos de veces, sóloentonces, digo, hacía algún dibujo de sus observaciones. Y, aún así, no quedaba deltodo satisfecho y solía decir:
  • La gente que por primera vez mira por un microscopio dice: «Ahora veo unacosa, luego me parece diferente». Es que el observador más hábil puede equivocarse.En estas observaciones he empleado más tiempo del que muchos creerían; pero lasrealicé con sumo gusto, haciendo caso omiso de quienes me preguntaban que paraqué me tomaba tanto trabajo y con qué finalidad. Pero yo no escribo para estasgentes, sino para los filósofos
  • Así, durante veinte años, trabajó en completo aislamiento
  • En aquel tiempo, lasegunda mitad del siglo XVII, surgían nuevos movimientos en todo el mundo. EnInglaterra, Francia e Italia, hombres singulares comenzaban a dudar de aquello quehasta entonces era considerado como verdad
  • Ya no nos callamos porque Aristótelesafirme tal cosa o el Papa tal otra, Sólo nos fiaremos denuestras propias observaciones mil veces repetidas, y de los pesos exactos denuestras balanzas. Únicamente nos atendremos al resultado de nuestrosexperimentos, y nada más
  • En Inglaterra unos cuantos de estos revolucionariosformaron una sociedad llamada The Invisible College; que tuvo que ser invisible,porque si Cromwell se hubiera enterado de los extraños asuntos que pretendíandilucidar, los habría ahorcado por conspiradores y herejes. ¡Y hay que ver a quéexperimentos llegaron aquellos investigadores tan escépticos!
  • Entre losmiembros de aquella sociedad se encontraba Roberto Boyle, fundador de la químicacientífica, y también Isaac Newton.
  • Así era el Invisible College, y al ascender Carlos IIal trono, el College salió de la clandestinidad, alcanzando la dignidad de Real Sociedadde Inglaterra.
  • laSociedad quedó asombrada de las maravillas que Leeuwenhoek aseguraba haber vistoa través de sus lentes.
  • ¿Cómo explicarnos que por miles de años los hombres anduvieran a tientas sin ver lo que tenían ante sus ojos?Lo mismo sucedió con los microbios. Hoy en día casi no haynadie que no los haya contemplado haciendo cabriolas en la pantalla de algúncinematógrafo; gentes de escasa instrucción los han visto nadar bajo las lentes de los microscopios, y el más novato de los estudiantes de Medicina está en posibilidad de mostrarnos los gérmenes de cientos de enfermedades. ¿Por qué fue tan difícil, pues,descubrir los microbios?
  • cada vez perfeccionaba más sus lentes, con persistencia de lunático, examinandocuanta cosa tenía por delante, tanto las más íntimas como las más desagradables.Pero esta aparente manía, le sirvió como preparación para aquel día fortuito en que, através de su lente de juguete, montada en oro, observó una pequeña gota de aguaclara de lluvia.Lo que vio aquel día, es el comienzo de esta historia
  • ¿a quién, sino a un hombre tan singular se le habríaocurrido observar algo tan poco interesante: una de las millones de gotas de agua quecaen del cielo? A Su hija María, de 19 años
  • —¡Ven aquí! ¡Rápido! ¡En el agua de lluvia hay unos bichitos! ¡Nadan! ¡Danvueltas! ¡Son mil veces más pequeños que cualquiera de los bichos que podemos vera simple vista! ¡Mira lo que he descubierto!
  • Este es el mundoinvisible, insignificante pero implacable —y a veces benéfico— al que Leeuwenhoek,entre todos los hombres de todos los países, fue el primero en asomarse. Ese fue eldía de su vida para Leeuwenhoek...
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