No me enseñó nadie, Poderoso. Fue el dolor. Lloro porque mi amada se ha perdido.
VOY A HACERTE FELIZ!
¿Quién te enseñó a tocar la flauta? ¿Por qué es tan triste tucanción?
Si es un hombre, ha de ser Yactan-Naj, pues él se haperdidoKuychy mi servidora, me ha dicho que Yactan noestá en el reino.
No podré serlo nunca, Viracocha. Tú no puedes hacer que ella vuelva del palacio del Sol. Pero si puedes hacerme menos desgraciado. Voy a pedirte una cosa.
Me dejarás siempre correr el Imperio, pasar de las fronteras, ir por las comarcas, errar por todos los caminos.Ordenarás que nadie me cierre el paso y que nadie en tu reino me impida toca la quena.
Hazme creer que el mundo es mío; y sabiendo que mi vida te pertenece, hazme creer,¡oh Viracocha!, que puedo entregarla al dolor...
Eres y no eres de mi reino. Ve por el mundo, Divino errante. Lleva esta insignia del Inca para que nadie se oponga a tu marcha. Es una pluma de mi diadema... Vé...¡Yma sumac yaqui!...
Y así, el artista besó los pies del Inca y siguieron sus caminos siguiendo su acuerdo mientras la luna se ocultó. FIN.