¡Liebre! ¿Vamos a hacer una carrera?Estoy segura de poder ganarte.
La liebre, muy engreída, aceptó la apuesta prontamente.
Sí, sí, a ti, Pongamos nuestras apuestas y veamos quién gana la carrera.
Así que todos los animales se reunieron para presenciar la carrera. El búho ha sido el responsable de señalizar los puntos de partida y de llegada. Y así empezó la carrera
Astuta y muy confiada en sí misma, la liebre salió corriendo, y la tortuga se quedó atrás, tosiendo y envuelta en una nube de polvo. Cuando empezó a andar, la liebre ya se había perdido de vista. Sin importarle la ventaja que tenía la liebre sobre ella, la tortuga seguía su ritmo, sin parar.
La liebre, mientras tanto, confiando en que la tortuga tardaría mucho en alcanzarla, se detuvo a la mitad del camino ante un frondoso y verde árbol, y se puso a descansar antes de terminar la carrera. Allí se quedó dormida, mientras la tortuga seguía caminando, paso tras paso, lentamente, pero sin detenerse.
zzz...
La liebre no supo cuanto tiempo se quedo dormida. pero cuando despertó, la tortuga estaba a solo unos pasos de ganar la carrera.Aun que la liebre salió corriendo con todas sus fuerzas, la tortuga gano la carrera.
Ese día la liebre aprendió, en gran humillación, que jamás hay que burlarse de los demás. También aprendió que exceso de vanidad y confianza puede ser un gran obstáculo para lograr nuestras metas