Don Julián el guardián de una isla un día descubrió un cuerpo de una niña sin vida a la orilla del lago
Desesperado trató de salvarla pero sus intentos fueron en vano y la niña murió, al parecer por causas desconocidas y extrañas.
Tras el incidente, Don Julián aseguraba que el espíritu de la niña lo atormentaba y un día encontró una pequeña muñeca flotando a orillas de su Isla, y supuso que tal vez pertenecía a la niña, por lo que decidió colgarla de un árbol para rendir honor a la pequeña fallecida
Don Julián aseguraba que el espíritu de la niña había poseído a la muñeca, y para protegerse – debido a sus creencias – comenzó a colgar más y más muñecas, de todo tipo, pero al pasar el tiempo el hombre aseguraba que todas las muñecas estaban poseídas por espíritus de niños.
Poco a poco Don Julián se convirtió en ermitaño, y comenzó a habitar en su isla solo con sus muñecas.
En el año 2001, fue encontrado sin vida justo en el mismo lugar en el que él había encontrado a la pequeña niña