Una tarde a la hora del Ave María, cuando el patrón empezó a mirar al pongo, ese hombrecito, hablo muy claramente:
Gran señor, dame tu licencia; padrecito mío, quiero hablarte
Habla…si puedes
El pongo dijo:Soñé anoche que habíamos muerto los dos, juntos y aparecimos desnudos ante nuestro gran padre San Francisco. Viéndonos muertos nuestro gran padre San Francisco nos examinaba, pesando el corazón de cada uno y lo que éramos y lo que somos.
Después el gran Padre San Francisco dijo: ”De los ángeles, el más hermoso que venga y que lo acompañe otro ángel pequeño. Que el ángel pequeño traiga una copa de oro llena de miel de chancaca ”. Al ángel mayor le dijo:
cubre a este caballero con la miel que estaba en la copa de oro
El pongo dijo: nuestro padre San Francisco volvió a ordenar: ”Que de todos los Ángeles del cielo venga el de menos valer. Que ese ángel traiga un tarro de gasolina con excremento humano”.
“Oye viejo, embadurna el cuerpo de ese hombrecito con el excremento que hay en esa lata que has traído”.
El pongo dijo: El viejo ángel rejuveneció a esa misma hora; sus alas recuperaron su color negro, su gran fuerza.
” Todo cuanto los Ángeles debían hacer con ustedes ya está hecho. Ahora ¡lámanse uno a otro!