Hermana María, ¡qué alegría verla aquí en la parroquia! Permítame expresarle mi admiración por todo el trabajo que usted y sus compañeras hacen por la Iglesia.
Padre, es un honor servir a Dios y a los demás a través de nuestra vocación religiosa. Pero no olvidemos que los sacerdotes también tienen un papel fundamental en el crecimiento y fortalecimiento de nuestra fe.
Es cierto, hermana. Ambos desempeñamos roles complementarios en la Iglesia. Ustedes, las hermanas, brindan una invaluable dedicación en la educación, la atención a los enfermos y el servicio a los más necesitados.
Y ustedes, los sacerdotes, nos guían espiritualmente, administran los sacramentos y nos brindan dirección en nuestro camino de fe. Su labor como pastores es esencial para el crecimiento espiritual de la comunidad.
Aprecio sus palabras, hermana. Juntos, como equipo, fortalecemos la Iglesia y compartimos el mensaje del amor de Dios. Ambos aportamos nuestro granito de arena para que la Iglesia cumpla su misión en el mundo
Padre, recordemos que nuestra labor es fruto del llamado de Dios y de nuestra entrega total a su servicio. Sigamos trabajando juntos, en unidad y humildad, para llevar el mensaje de esperanza y amor a todos.