Mi querido esposo, ¿podríamos hablar? Se que probablemente tendrás deberes ms importantes de atender, pero apreciaría que pudieras dedicarme un poco de tu tiempo, pues no hemos hablado mucho desde hace un tiempo considerable.
Estoy ocupado y mucho más cansado, quizás podríamos charlar otro día considerando citar antes de hablar, ya que soy el emperador ya no tengo tiempo ni esmero en encargarme de asuntos ajenos a la corte.
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¡Pero mujer! ¿Cómo te atreves a pedir nuestra separación? ¡¿o acaso no ves que sin mi no eres nada?! No solo soy tu esposo, ¡soy el emperador de Francia! Era obvio que no tendría la potestad de brindarte todo el tiempo que necesitáis o necesitasteis.
Soy más que consiente de tus responsabilidades, tu poder y titulo; pero al igual que yo no olvido tu lugar, ¡tu no olvides el mío! Soy tu esposa, la mujer con la que juraste amor eterno, respeto y tiempo, ¿Cómo hozas a ignorar tu juramento? Por muchas razones como éstas, ¡os solicito el divorcio!
Slidkalniņš: 3
¡Pero que cosas dices! ¿Acaso perdiste la cabeza? Estoy totalmente cansado de la situación, ¡insistir frente a tu terquedad es agobiante! Es cierto, te engañe, per...- Que tan poco hombre te has convertido, ¿Dónde esta aquel marido mío que me llenaba de romanticismo? ¡Y encima tienes el descaro de replantarme en la cara tu engaño!
¡Serás el emperador pero eso no te libera de vuestras responsabilidades como marido! Yo soy más de lo que vos creéis, y aun así hozaste a tratarme como a una perdedora cuando tu reina vino, me descuidasteis y me engañasteis ¿algo de lo que me decías era cierto? ¡¿quién es María y por qué intercambias cartas con ella?! ¿O acaso creíste que no me enteraría?