Cuando no le quedaba mucho para llegar hasta la casa, se desató una tormenta de aire y nieve terrible. Estaba muerto de frío y hambre y los aullidos de los lobos sonaban cada vez más cerca. Entonces, vio una lejana luz que provenía de un castillo.
Al llegar al castillo entró dentro y no encontró a nadie. Sin embargo, el fuego estaba encendido y la mesa rebosaba comida. Tenía tanta hambre que no pudo evitar probarla.
Se sintió tan cansado que encontró un aposento y se acostó en la cama. Al día siguiente encontró ropas limpias en su habitación y una taza de chocolate caliente esperándole. El hombre estaba seguro de que el castillo tenía que ser de un hada buena.
¡Lo siento! Yo sólo pretendía… son para una de mis hijas…
A punto estaba de marcharse y al ver las rosas del jardín recordó la promesa que había hecho a Bella. Se dispuso a cortarlas cuando sonó un estruendo terrible y apareció ante él una bestia enorme.
¡Basta! Os perdonaré la vida con la condición de que una de vuestras hijas me ofrezca la suya a cambio. Ahora ¡iros!
¿Así es como pagáis mi gratitud?
El hombre llegó a casa exhausto y apesadumbrado porque sabía que sería la última vez que volvería a ver a sus tres hijas.
Entregó las rosas a Bella y les contó lo que había sucedido. Las hermanas de Bella comenzaron a insultarla, a llamarla caprichosa y a decirle que tenía la culpa de todo.
¿Cómo dices Bella?
He dicho que seré yo quien vuelva al castillo y entregue su vida a la bestia. Por favor padre.
Iré yo, dijo con firmeza
Sukurta daugiau nei 30 milijonų siužetinių lentelių