Después de decir esto, Catalinón salió para llamar a los pescadores y Tisbea, mientras intentaba rianimar al hombre, se dio cuenta de que era muy atractivo.
El rey estaba esperando a don Pedro que, cuando regresó, le contó que el hombre misterioso había escapado y que la mujer era la duquesa Isabela.
En brazos de una mujer.
He salido del infierno del mar y llego a vuestro claro cielo.
Señor, confieso mis culpas. He profanado vuestro palacio. El duque Octavio me prometió que se casaría conmigo y yo le di mi alma.
¡Que arresten el duque Octavio y encierren a esta mujer!
¿Donde estoy?
De repente, vio a lo lejos una nave que estaba naufragando y dos hombres estaban intentando salvarse. Tisbea llamó otros pescadores
Entiendo que os han engañado pero el rey me ha mandado arrestaros
Ahora mismo me embarco y me voy a España, ¡adiós Patria!
Diciendo esto, el duque Octavio salió en dirección al puerto...
Mi señor está helado, ¿estará muerto? ¿qué puedo hacer?
Jornada I. NapolesEn el palacio de la duquesa Isabela.
Soy silencioso como el viento.Seré tu marido y te doy la mano
Salid por aquí sin hacer ruido, duque Octavio. Dejaros entrar en el palacio es un crimen digno de muerte.
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