Cierto día, Emilio tenía un acontecimiento importante, pues tenía la final de su campeonato de fútbol. De la emoción, había alistado hasta sus zapatillas rojas favoritas con las que mete muchos goles
¡No puede ser! Son las 12, y ya debería estar en el campo de fútbol.
Emilio baja las gradas rápidamente camino al campeonato.
¡Emilio, primero ven a almorzar!
LLegando lo hago mamá, llegaré tarde al campeonato.
En el autobus, Emilio recuerda que no trae sus zapatillas con las que anota muchos goles.
Olvidé mis zapatillas mágicas, si no juego con esas zapatillas vamos a perder.
¡Ya sé! llamaré a mamá para que me las traiga.
En el medio tiempo del partido, el equipo de Emilio iba empatado porque ningún equipo pudo hacer gol. Emilio, ha fallado en ocasiones y conversa con su equipo.
Perdón amigos, con estas zapatillas no puedo jugar bien. Intentaré anotar en lo que resta de partido.
De pronto, la madre de Emilio, aparece con las zapatillas rojas mágicas que su hijo le pidió.
¡Muchas gracias mamá!
Aquí tienes tus zapatillas. ¡A ganar!
Emilio anota el gol de la victoria y su equipo gana la gran final.
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