Don Quijote
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- Y pedí que agregaran a mi rucio a la caballería...
- ¡Esto tiene que ser un chiste! ¡Qué hace un lunático como este celebrebrando cena con nosotros!
- Júntate con los buenos y serás uno de ellos...
- Yo he satisfecho agravios, enderezado tuertos, castigado insolencias...
- Esto es verdaderamente denigrante... ¡Inconcebible! Si no se va este fanfarrón entonces me retiro yo
- Tras Sancho avergonzar accidentalmente a Don Quijote con una anécdota en la cena, el eclesiástico que estaba a la mesa con ellos insultó a Don Quijote, dictándolo de loco.
- Don Quijote, para comprobar su veracidad, dio un discurso de caballería, y Sancho a su vez, recitó sus refranes más populares.
- De lo único que estoy seguro es de su vívida existencia dentro de la mente de mi señor Don Quijote de la Mancha...
- ¿Entonces usted nunca conoció a Dulcinea?
- El clérigo se retiró, pues se rehusó a compartir mesa con Don Quijote.
- Ni siquiera estoy seguro de si era ella aquella vez de las tres damas encantadas...
- ¡Pero por supuesto que esa era doña Dulcinea del Toboso! No lo dude usted nunca
- Bañaron y adornaron a Don Quijote bajo orden de los duques, lo cual causó mucha gracia, y para no dejar en ridículo al caballero, el duque se decidió a hacerse lo mismo.
- Sancho se quedó hablando con la duquesa mientras Don Quijote dormía, pues ella tenía dudas sobre la gran historia del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha.
- Sancho mencionó que jamás había visto a Dulcinea, y que aquella vez que le dijo al caballero que una de las tres campesinas encantadas era la susodicha, le había mentido. No obstante, la Duquesa insistió en que esa sí era Dulcinea.
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