¡Dios de Dios! ¿No es Juan Blas el posadero en persona?
¿En mi presencia?
Con la furia que traen son capaces de todo
¡Por su alma señor corregidor, sálveme! ¡Cuatro hombres me vienen persiguiendo, dispuestos a arrancarme el pellejo!
Pronto, secretario, detenga a esos hombres. Y que no entre nadie hasta que yo lo ordene.
¡BOOM!
¡Ahí están! ¡Muerto soy si la vara de la justicia no me ampara!
Tranquilízate, hijo mío. ¿Por qué te persiguen?
Nunca escuché juntos tan extraños delitos. Explícate
Por cuatro cosas en que no tengo culpa: un robo, un mal parto, cuatro costillas rotas y un rabo de burro.
Un increíble lechón de jabalí por cierto
Era de esperar. Pero ¿no le dijiste que el lechón se había escapado del horno, como te mandé?
Lo del robo, mejor lo sabe su señoría que yo. Es aquel lechón de jabalí que me hizo traerle esta mañana. Imagínese cómo se puso el cazador cuando volvió a buscarlo y se encontró con las manos vacías.
Comprendo lo del cazador. Pero ¿y los otros?
Todo lo enredó mi mala estrella
Sí, pero ¡Echó mano a la escopeta jurando como un demonio, y si no pongo pies en polvorosa a estas horas está su señoría hablando con un cadáver!
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