En la última consulta Alicia yacía en estupor mientras ellos la pulsaban, pasándose de uno a otro la muñeca inerte. La observaron largo rato en silencio y siguieron al comedor.
Pst... Es un caso serio...poco hay que hacer...
¡Sólo eso me faltaba!
Durante el día no avanzaba su enfermedad, pero cada mañana amanecía lívida, Parecía que únicamente de noche se le fuera la vida en nuevas alas de sangre.No quiso que le tocaran la cama, ni aún que le arreglaran el almohadón.Perdió luego el conocimiento. Los dos días finales deliró sin cesar a media voz. Perdió luego el conocimiento. Los dos días finales deliró sin cesar a media voz
Murió, por fin. La sirvienta, que entró después a deshacer la cama, sola ya, miró un rato extrañada el almohadón.
¡Señor!En el almohadón hay manchas que parecen de sangre.Parecen picaduras...
Levántelo a la luz
La sirvienta lo levantó, pero enseguida lo dejó caer, y se quedó mirando a aquél, lívida y temblando. Sin saber por qué, Jordán sintió que los cabellos se le erizaban.
Pesa mucho
¿Qué hay?
Jordán lo levantó, Salieron con él, y sobre la mesa del comedor Jordán cortó funda y envoltura de un tajo. Las plumas superiores volaron,
¡AHHHHH!
Sobre el fondo, entre las plumas, moviendo lentamente las patas velludas, había un animal monstruoso, una bola viviente y viscosa. Estaba tan hinchado que apenas se le pronunciaba la boca.Noche a noche, desde que Alicia había caído en cama, había aplicado sigilosamente. Noche a noche, desde que Alicia había caído en cama, había aplicado sigilosamente su trompa, La remoción diaria del almohadón había impedido sin dada su desarrollo, pero desde que la joven no pudo moverse, la succión fue vertiginosa.
En cinco días, en cinco noches, había vaciado a Alicia.Estos parásitos de las aves, diminutos en el medio habitual, llegan a adquirir en ciertas condiciones proporciones enormes. La sangre humana parece ser les particularmente favorable, y no es raro hallarlos en los almohadones de pluma.
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