EL CORAZON DELATOR
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- Después de haber esperado largo tiempo, con toda paciencia, resolví abrir una pequeña ranura en la linterna. Así lo hice, hasta que un fino rayo de luz, brotó de la ranura y cayó de lleno sobre el ojo de buitre.
- ¡La hora del viejo había sonado! Lanzando un alarido, abrí del todo la linterna. El viejo clamó una vez... nada más que una vez. Me bastó un segundo para arrojarle al suelo y echarle encima el pesado colchón.
- ¡HAAA!
- La noche avanzaba, mientras yo cumplía mi trabajo con rapidez, pero en silencio. Ante todo descuarticé el cadáver. Le corté la cabeza, brazos y piernas. Levanté luego tres planchas del piso de la habitación y escondí los restos en el hueco. Volví a colocar los tablones con tanta habilidad que ningún ojo humano hubiera podido advertir la menor diferencia.
- Después de tanto tiempo el ojo me dejara de molestar.
- Golpearon a la puerta de la calle. Acudí a abrir con toda tranquilidad, pues ¿qué podía temer ahora?. Hallé a tres caballeros, que se presentaron como oficiales de policía. Llevé a los visitantes a recorrer la casa.
- Sentáronse y hablaron de cosas comunes. Al cabo de un rato, empecé a notar que me ponía pálido y deseé que se marcharan. Y entretanto los hombres seguían charlando plácidamente y sonriendo.
- ¡No podía soportar más tiempo sus sonrisas hipócritas! ¡Sentí que tenía que gritar o morir.
- ¡Basta ya de fingir, malvados!. ¡Confieso que lo maté! ¡Levanten esos tablones! ¡Ahí... ahí! ¡Donde está latiendo su horrible corazón!. No puedo con la culpa
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