Tampoco he descuidado ese medio. Ha tiempo que envié a traerlo por indicación de Creón. Me admira que no haya llegado
Rey del oráculo es Febo, rey del oráculo Tiresias. ¿Por qué no acudir a él para que descifre el misterio?
¡Oh Tiresias, que todo lo comprendes! Da tu saber profético y salva, primero, a ti, después a la ciudad y a mí por fin.
Vaya. Tenemos a quien pueda descubrirlo. He aquí al divino vidente
¡Ay, ay: terrible es el saber cuando es que sabe de ello no aprovecha!!Deja que torne a casa. Harás bien a ti mismo, me lo harás a mi. Insisto y te lo ruego
Ni dices lo acertado, ni a la ciudad muestras amor, si no nos das respuesta
¿Con que no dices nada?¿Terco y pertinaz te mantienes?
No te vayas, sabiendo lo que sabes
¿Llegará? Dilo luego. Aquí y al punto
Ni una palabra más proferiré
No quiero a mí causar dolores, y tampoco a ti mismo. ¡Nada de mi lograrás saber!
¡Ya llegará la adversa suerte, sea que yo hable, sea que calle!
No quiero errar también y me retiro
Vaya, vaya... en mi enojo ya voy percibiendo que tú fuiste el autor de todos estos hechos, que tú llevaste a obra, no por tu mano, sino por mano ajena. Ciego eres, que si ojos tuvieras, afirmaría que tú fuiste y sólo tú quien el delito perpetró...
¡Tales son tus palabras ante mí, atrevido!
¿De veras? Oye ahora, ten atención a lo que digo. Todo lo que tú dices contra el culpable, cae sobre ti. No, ya tú hablar no puedes, ni a estos, ni a mí. Sábelo bien. Esta tierra está manchada por la infamia de un culpable. Y el culpable eres tú
¡Tú me obligaste a que hable a que hable sin quererlo!
Repítelo, quiero oírlo mejor
Ah, no dirás dos veces ese insulto
Toda esta trama quien la planeó, ¿Creón o tú?
Hambre de mandar tienen. Y Creón espera, anhela que yo caiga. El que dice amigo... Y como vanguardia envía a este vidente loco
Ese asesino que buscas, ese asesino, eres tú
No Creón fue: tú fuiste el autor de estas desdichas
¡Fuera, malvado! ¡Nunca más a esta casa retornes!
Dicho quedó y ya parto
Muy bien; vámonos, niño, veme guiando
Tú ha tiempo indagas quién fue el asesino de Layo. Y cuando sepa el hecho, no va a sentir alegría. El que ahora ve, será ciego; el que ahora es poderoso en riquezas, va a ir a mendigar su pan a tierras extrañas, apoyado en un pobre bastón. Se va a ver pronto que es hermano de sus propios hijos, y también su padre. Y de aquella de quien nació, es al mismo tiempo hijo y consorte, y para su padre , usurpador de su esposa y matador suyo
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