Pero un tormentoso día, cuando los padres fueron a la selva en busca de guatusas para la cena, la boa no llegó a vigilar a los niños como solía hacerlo todos los días. Este descuido fue aprovechado por un inmenso y hambriento tigre.
Los muchachos desesperados gritaron a todo pulmón “¡yacuman amarul! (boa del agua). El gigantesco reptil al oír las voces de los niños salió del río y deslizándose velozmente entró a la casa; se colocó junto a la puerta para recibir al tigre que trataba de entrar sigilosamente en el hogar.
La lucha que se desató fue a muerte; la boa se enroscó en el cuerpo de felino, pese a las dentelladas del sanguinario animal; los anillos constrictores del reptil se cerraron con fuerza, mientras el tigre la mordía en la cabeza. Al final se escuchó un crujido de huesos rotos y ambos animales quedaron muertos en la entrada de la casa.
Cuando regresaron los padres de los chicos, recogieron con dolor los restos de su boa amiga y la velaron por dos días, para luego enterrarla con todos los honores y ritos que se acostumbraban con los seres queridos.
FIN. Esta fue la leyende del día de hoy.
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