Así lo hcieron, y en una noche muy oscura partieron en un medroso tren color negro desde la estación de Cimbacalle
En el tren viajaban varios sacerdotes, autoridades, vecinos de la ciudad y, por supuesto el misterioso dueño del crucifijo
Cuando el tren se acercaba a la laguna de Yambo, el extraño personaje, se puso de pie frente a todosy, con voz imponente, les dijo:
Este no es un simple viaje, en realidad es un castigo, por todas las injusticias cometidas, por las mentiras, por los engaños, por la falsedad que reina en el alma de todos ustedes
-En la medida en que sus palabras subía de tono, el oscuro tren tomaba mayor velocidad.Todos estaba paralizados por el terror, pues el personaje iba transformándose en otro ser, hasta que frente a ellos, apareció la figura del mismo Lucifer.
-y mientras decía esto, apuntaba a cada uno con el dedo-; redeados de ruquezas, hmillas a los más débiles y desamparados.
Al dar la hora cero, una macabra risa que erizó de horror a los pasajeros, de desprendió del pecho del inffernal personaje, quien, acto seguido, se incendió en una fuerte llamarada espantosa de la que d¿se desprendio un fuerte olor a azufre.
El temor fue indescriptible, todos se sostenían de donde podían y el tren, sacando chispas que encendán fuego en la paja cercana a las rieles, corría como in caballo desbocado
se descarriló y cayó dando tumbos, hasta hundirse en las oscuras y misteriosas aguas de la laguna Yambo. El silencio, que pareció apoderarse de la noche como una garra invisible, fue roto por la diabólica y macabra carcajada del personaje vestido de rojo que hizo ondear su amplia capa negra, mientras desaparecía en la oscuridad
El miedo corría a la par del tren que parecía una serpiente de fuego, los espantosos gritos rompieron la pasividad de la noche y justo cuando pasó por la ladera de la laguna,
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