Tienes que venir un día a mi casa, quiero yo darte una lejía que te dejará el pelo rubio como el oro. ¿Puedo ver a Melibea?
No sé
Skaidrė: 2
Ha venido Celestina, está en la puerta de atrás.
Esto mi vida es amor, tan sencillo de perder, cuanto duro de ganar.
Lucrecia informa a Melibea a cerca de la llegada de la Celestina...
Quédate aquí y avísame si vuelve mi madre.
Skaidrė: 3
La Celestina entra en acción utilizando sus dotes de alcahueta...
Dime lo que necesitas.
Yo nada señora. Es otro quien tiene necesidad de ti.
Skaidrė: 4
La Celestina intenta convencer a Lucrecia para entrar a ver a Melibea...
La Celestina le introduce el tema a Melibea...
A un hombre he dejado enfermo de muerte, pero una palabra de tu boca puede curarlo.
¡Por el amor de dios, no des más rodeos y dime quién es el enfermo!
Skaidrė: 5
¡No me vuelvas a mentar a ese loco, si no aquí mismo me caeré muerta! ¡¿Qué palabra de mi boca podría yo decirle que no fuera indigna de mí?!
Es un caballero joven, noble, buen mozo, todo un gentil hombre. Se llama Calisto.
Cuando en la conversación aparece el nombre de Calisto...
Skaidrė: 6
Puesto que todo ha venido de buena intención, yo vuelvo a respirar tranquila.Que dé sobra pía y santa, consolar a los afligidos y cuidar a los enfermos.
Ese cordón que te ciñe es fama de que ha tocado todas las reliquias que hay en Roma y en Jerusalén.
Al final, Melibea le entrega el cordón...
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