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Conde Lucanor

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  • Patronio, porque yo sé que la muerte es inevitable, querría hacer algo destacado en bien de mi alma que quedase, después de mi muerte, para siempre, y todos supieran que yo había hecho aquello.
  • Aunque las buenas obras siempre son obras al margen de la intención con que se hagan; sin embargo, para que veaís cómo se debe obrar bien del alma y con qué intención, me gustaría que supierais lo que le pasó a un senescal de Carcasona.
  • Y bien... ¿Cual es esa historia Patronio?
  • Esta historia, señor, habla delo que lo que le paso a un senescal de Carcasona tratando de salvar su alma.
  • ¡Ya se aproxima mi muerte, quiero que mi alma sea salvada!
  • Un día, el conde Lucanor, le contó a Patronio lo que había sucedido.
  • Cuando muera, cumplan todo lo que les encomende.
  • Así lo haremos señor.
  • Patronio, después de escuchar esto, le habló al conde Lucanor la historia de un senescal de Carcasona.
  • Hemos hecho todo lo que el sencescal nos pidió.
  • Tienes razón, muy seguramente su alma se ha salvado
  • Un senescal de Carcasona se puso enfermo. Y cuando se dio cuenta de que no podía escapar de la muerte, envió a buscar al prior de los frailes predicadores y al guardián de los frailes menores y puso en orden los asuntos de su alma con ellos.
  • Se muy bien porque vienen a verme y se aquella alma por la que quieren preguntarme la cual hace poco vi en el infierno.
  • Mando que, cuando hubiera muerto, cumplieran todo lo que les dejaba mandado.
  • Así lo hicieron, Como había dejado encomendadas muchas cosas en bien de su alma, que se hicieron enseguida y muy bien, todos los frailes estaban convencidos de su salvación
  • Sucedió que a los pocos días llegó a la ciudad una mujer endemoniada que decía muchas cosas maravillosas, porque el diablo, que hablaba en ella, sabía todo lo que se había hecho e incluso dicho. Los frailes decidieron ir a verla para ver si sabía algo del alma del senescal.
  • Todo es menitra, el senescal se confesó muy bien y recibió los sacramentos de la Santa Iglesia.
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