—¿Estás bien? ¿Cómo van el colegio y las cosas encasa de tu tía?
—Es que... ya quiero que vuelvas. No es fácil... esto no es fácil.
—Ven, ma. No importa si vienes con dinero o sin él, pero ya ven.
—¿Estás bien? ¿Pasa algo, Antonio?
Lucía respondió con odio en los ojos:—No iré.
—Hola, guapa, ¿me tienes noticias?
Aquella tarde Antonio logró hablar con su madre. Fueron apenascinco minutos de videoconferencia desde un café net quedescubrió cerca de la parada de autobús. Era la promoción del día:un café, un croissant, y cinco minutos de conferencia, todo por dosdólares.
Mi vida ya es un infierno, se dijo a sí misma.Ya no hay nada que temer, pensó aliviada.
Antonio extraña mucho a su mamá, son cuatro años viendose en una pantalla y la ausencia de ella no es facil para antonio. Los cinco min utos se acabaron y Alba no pudo decir algo más.
¡Hola, Bárbara! Eres igual que tu hermana. ¿Tú también te fotografías desnuda? Ja, ja, ja.
¡Sí! ¡Eso! ¡Tiene que ser una broma!, pensó.
El miércoles por la mañana, Lucía y Herreros se encontraron en elcolegio. Él sonrió, la observó lentamente de arriba abajo y le dijo:
Lucía respiró hondo, se secó las lágrimas con la manga de la blusay contestó:—Ahí estaré.
—Déjala en paz, cobarde. No te metas con ella, Álvaro. Hazconmigo lo que te dé la gana, pero no te metas con ella.
—¡Sabía que llamarías! ¿Te gustó mi nombre artístico? Me quedabien Chico Loco, ¿no?
Estaba seguro de que te lo pensarías mejor, Lucía. Eres unabuena chica y sabes lo que te conviene. Sólo tú puedes evitarle estospequeños inconvenientes a tu hermanita.
Lucía siguió caminando hacia el salón de clases mientras pensabaen su vida y en las palabras de Herreros. Se preguntó si debíatomarlas como una amenaza, y la única respuesta, conociendo lacalaña del personaje, fue que sí, que Álvaro estaba intentandoamedrentarla, que en caso de que ella no cediera a suspretensiones él haría todo lo posible para convertir su vida en uninfierno.
Ya eran pasadas las ocho de la noche cuando Bárbara recibió lasolicitud de amistad de Chico Loco en su página de Facebook. Loúnico que pudo ver fue que Chico Loco iba a su colegio, y con esose sintió en confianza. Presionó el botón Confirmar y gracias a esose convirtieron en amigos.A los pocos minutos recibió un mensaje en su muro. Ahí decía:
Lucia sacó el teléfono celular delbolso, buscó el primer nombre de la lista de contactos e hizo unallamada. Del otro lado, una voz chirriante que, evidentemente,estaba esperando escuchar a Lucía, le dijo:
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