Así como antes se esparcía su#160;fama de hombre sabio#160;por todas partes, ahora solo se comentaba sobre su mal carácter. Algunos decían incluso que se había vuelto loco y por eso ya no toleraba a los demás.Poco a poco, el maestro se fue quedando sin discípulos. Los pocos que se atrevían a llegar hasta su morada para consultarlo, salían despavoridos por su mal humor.#160;En menos de un año, dejaron de llegar nuevos aprendices. El maestro se convirtió en#160;un solitario, que pasaba días y noches encerrado en su casa, o paseando por los jardines que cuidaba con esmero.
Esta fábula zen nos cuenta que hace mucho tiempo hubo un gran maestro, que se hizo muy célebre por su enorme sabiduría. Se dice que su fama rebasó fronteras y, por eso, venían aprendices de todas partes para recibir las enseñanzas del maestro.
. Cuenta la fábula zen que eran tantos los que querían estar a su lado, que el maestro tuvo que volverse muy selectivo, pues no daba abasto.
Sin embargo,#160;a medida que fue envejeciendo, el maestro#160;comenzó a cambiar.#160;Empezaron a circular rumores que no hablaban muy bien de él. Se decía que su carácter se había vuelto hosco y displicente. Que parecía como si constantemente estuviera malhumorado y que no trataba nada bien a sus aprendices.
Sin embargo,#160;había un monje zen que#160;sentía gran curiosidad#160;por lo ocurrido. Le parecía imposible que un hombre tan sabio hubiese cambiado tanto, en tan poco tiempo. Él sabía que aquel anciano estaba dotado de grandes conocimientos y que había alcanzado una evolución muy grande. Así que decidió comprobar por sí mismo los rumores.Los demás le insistieron para que no fuera a buscarlo. Según la fábula zen, muchos afirmaban que el maestro ya no solo era huraño, sino que incluso#160;se había vuelto agresivo#160;y totalmente desconsiderado con sus discípulos. Pese a todo, el aprendiz decidió ir a buscarlo.
El joven aprendiz llegó a la morada del maestro y tocó a la puerta. Sin embargo, nadie le abrió.#160;insistió, pero no recibió ninguna respuesta.Se asomó por una rendija de la casa y vio que el anciano estaba sentado, meditando.#160;Así que se acurrucó junto a la puerta y se quedó dormido.A la mañana siguiente, el viejo maestro abrió la puerta. El joven estaba medio congelado, pero aún así se mostró muy feliz al ver al anciano. En un tono despectivo, le dijo que pasara dentro y se sentara en una de las sillas. Casi ni lo miraba. Sus gestos y su voz eran agresivos
Sukurta daugiau nei 30 milijonų siužetinių lentelių