El universo posee diversas dinámicas para preservar el equilibrio del mismo, de las vidas que alberga y de los procesos que lleva a cabo.
Todo lo que nos rodea está compuesto por materia y esta siempre se encuentra ocupando un espacio en el universo, es indestructible y se transforma constantemente, desde una pequeña hormiga, hasta el más grande planeta existente.
Así como toda la materia ocupa un espacio, la energía es la que permite que todas las cosas puedan modificar sus propiedades gracias al calor, la radiación o la fuerza; esto sucede mayormente cuando nos movemos pues, somos capaces de modificar nuestra posición.
Los seres vivos mantienen la cualidad de vivir gracias a elementos esenciales en su composición: los lípidos, glúcidos, proteínas y ácidos nucleicos. Estos se hallan en alimentos, bebidas y dentro del cuerpo.
También existen bioelementos igual de importantes para la vida de un ser vivo: el carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno; estos se encuentran presentes en toda la naturaleza.
La materia tienen la cualidad de transformarse infinitamente dependiendo de su exposición a la temperatura o a presión, pudiendo ir de sólida a líquida y gaseosa, esto logra evidenciarse mayormente en la naturaleza: la nieve, la lluvia o el vapor debido al calor.
Aunque la ciencia no pueda definir completamente el término "vida", sí es capaz de diferenciar a un ser vivo (aquel que nace, crece y muere, como el ser humano, los animales y las plantas) de un ser no vivo o inerte (objetos sin desarrollo y evolución propia, como un lápiz, una maceta o un automóvil).
El ser humano tiene gran impacto en la dinámica del universo debido a que constantemente consumimos y generamos energía, gracias a esto, contribuimos a la entropía del universo, un fenómeno propio de este que implica el orden y el caos del universo en sí.