Tepeu y Gucumatz: Ha llegado el tiempo del amanecer, de que se termine la obra y que aparezcan los que nos han de sustentar y nutrir, los hijos esclarecidos, los vasallos civilizados; que aparezca el hombre, la humanidad, sobre la superficie de la tierra.
Los cuatro animales les dieron las noticias de las mazorcas amarillas y las mazorcas blancas, les dijeron que fueran a Paxil y les enseñaron el camino.
Buscaron, reflexionaron y pensaron. De esta manera salieron a luz claramente sus decisiones y encontraron y descubrieron lo que debía entrar en la carne del hombre.
Y así encontraron la comida, y esta fue la que entró en la carne del hombre creado, del hombre formado. Esta fue su sangre, de esta se hizo la sangre del hombre. Así entró el maíz en la formación del hombre por obra de los Progenitores,
Los nombres de los primeros hombres que fueron creados y formados: el primer hombre fue Balam-Quitzé, el segundo Balam-Acab, el tercero Mahucutah y el cuarto Iqui-Balam.
Y como tenían la apariencia de hombres, hombres fueron; hablaron, conversaron, vieron y oyeron, anduvieron, agarraban las cosas; eran hombres buenos y hermosos, y su figura era figura de varón.
Entonces les preguntaron el Creador y el Formador: ¿Qué pensáis de vuestro estado? ¿No miráis? ¿No oís? ¿No son buenos vuestro lenguaje y vuestra manera de andar? ¡Mirad, pues! Contemplad el mundo, ved si aparecen las montañas y los valles! Probad, pues, a ver!, les dijeron.
Hemos sido creados, se nos ha dado una boca y una cara, hablamos, oímos, pensamos y andamos, sentimos perfectamente y conocemos lo que está lejos y lo que está cerca.