Espantos de agosto
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- Después del almuerzo y una siesta, nuestros protagonistas exploran el castillo con Miguel Otero Silva.
- Ya hemos recorrido las 82 habitaciones históricas y la terraza. Aquí en la planta baja se encuentra mi habitación moderna, pero aún falta el piso superior, en dónde está la recámara de Ludovico
- Pintado por alguno de los maestros florentinos que no tuvieron la fortuna de sobrevivir a su tiempo. Sin embargo, lo que más meimpresiona es el olor de fresas recientes que permanece estancado sin explicación posible en el ámbito del dormitorio.
- ¡Wow! ¡Esto es mágico!Allí está la cama de cortinas bordadas con hilos de oro, y el sobrecama de prodigios de pasamanería todavía acartonado por la sangre seca de la amante sacrificada. Está la chimenea con las cenizas heladas y el último leño convertido en piedra, el armario con sus armas bien cebadas, y el retrato al óleo del caballero pensativo en un marco de oro...
- Despuésde conocer el castillo eran más de las cinco, pero Miguel insistió en ver los frescos de Piero della Francesca en la Iglesia de San Francisco, luego tomaron un café bien conversado bajo las pérgolas de la plaza, y cuando regresaron para recoger las maletas encontraron la cena servida. De modo que se quedan a cenar.
- Bueno, está bien, lo haremos.
- Estos niños son unos pícaros. Han estado jugando en el castillo y ahora quieren quedarse a dormir.
- Son bienvenidos a quedarse.
- Din, don, dan
- Los niños duermen en la habitación contigua y las habitaciones no son nada terroríficas. Creo que la pastora de gansos estaba equivocada.
- Qué tontería que alguien siga creyendo en fantasmas por estos tiempos. Un momento, ¿Qué es ese olor a fresas recién cortadas? ¿Y esa chimenea? ¿Y el retrato del caballero triste? Este no es el cuarto donde dormimos, sino el de Ludovico. ¡Mira esas cortinas polvorientas y la sangre todavía caliente!
- Nuestros protagonistas se despiertan poco después de las siete de la mañana al día siguiente...
- ¡Ah!
- FIN
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