¡Stop! que esa hermosa perspectiva desmiente tal aserción.
Está usted de olor, color y sabor.
¡Qué, Don Alejo!
Yo me casé de trece años…
Y no llegó el quinquenio sin que...
¿Y qué hace Mademoisèlle?
No sé, estará al bastidor.Voy a llamarla...julieta!!!
No hay precisión. Déjela usted, no la llame, mas luego tendré el honor de presentarme.
Déjela usted: ya me voy.
Tengo que hacer; pero volveré.
¿Tan pronto?
¡Ay señor!¿dónde andará esta muchacha?¡Julieta...!
¡Qué hechura!
Como nadie me avisó.
Por Dios, mamá...
Mamita. ¿Usted me llamó?
¿Por mí?
¡A buena hora te apareces! Te llamé, porque el señor ha preguntado por ti.
¡Qué contestación! por ti: ¿por quién ha de ser?
¡Jesús! ¡Nunca has de ser gente!¡No sé cómo no te doy un pellizco que te aturdo!¡Qué animal eres!
¡Mamá...! ¡Sinvergüenza!
Madame, ne vous fachéz pás;Todo eso lo hace el pudor:yo a su edad era lo mismo.Mire usted; una ocasiónandaba tras una dama,como gorgojo en arroz,con el fin de que me dieseun rendéz-vous en su maison,y, al verla, se me dormíala mandíbula inferior.
¡Oh!En cuanto a caso, ni Orosmán,ni Orlando, ni Agamenón,ni todos los que han sentidoel aguijón del amor,sufrieron el voraz fuegoen que arde mi corazón.
Mira... el señor Don Alejo dice que te ama y...
¡Agua que este hombre se quema!
Se va en otro buque... con que...divina Julieta, adiós.
Con tal madre y tal esposanadie más feliz que yo.En fin, Madama, me marcho,tengo que ver a un deudor,que me ha dicho que se embarcaluego para Copiapó ;pero despacho al instante.